Aprender el "music business"
/Por: Javier J. Hernández Acosta Hace algún tiempo, y relacionado a la gestión de este proyecto, reflexionábamos sobre los programas de educación empresarial relacionados a la industria de la música. Encontramos una gran cantidad de programas universitarios a nivel de bachillerato, sobre todo en Estados Unidos, bajo el título de “Music Business”. De igual forma, existen diversos cursos complementarios y educación continua diseñados para estudiantes de música y personas interesadas en entrar en la parte administrativa de la industria. Cuando revisamos su contenido y los recursos, nos obliga una reflexión sobre hacia adonde debería estar dirigida esta formación profesional.
Unos de las críticas más importantes a la industria de la música es que ha utilizado un modelo de negocios orientado al mercado. Sin embargo, la naturaleza estética del producto (la música), evita predecir la conducta del consumidor, mientras que el éxito de un lanzamiento no garantiza el mismo desempeño en proyectos posteriores. Finalmente, aunque se convirtió la música en un producto de consumo, nunca se experimentó la esperada reducción de precios a causa de las nuevas tecnologías, lo que provocó que el consumidor buscara alternativas a través de la piratería. Adicional a esto, existe una cadena de agentes intermediarios, con funciones y destrezas cuestionables, que provoca una distribución desigual de los recursos y los encarece, casi siempre afectando al artista. En términos generales, estos factores, y muchos otros, demuestran que estamos frente al caso de una industria ineficiente, que ha logrado sobrevivir a través de los llamados “superstars”, que son casos mínimos con rendimientos muy por encima del promedio. De esta forma, son estos los que cubren las pérdidas del 90% de los proyectos, aunque en muchos casos es el propio consumidor el que paga la ineficiencia. Como si fuera poco, cada vez se identifican nuevas prácticas antiéticas que buscan concentrar la distribución de ganancias, como lo son los acuerdos para ceder parcialmente derechos de autor (coautorías) como condición para utilizar temas de compositores.
Ahora bien, si este es el perfil de la industria, al menos bajo mi percepción, enseñar este tipo de práctica, por los mismos recursos “experimentados” de la industria, ¿no sería como “poner las cabras a cuidar las lechugas”? Tendríamos que resaltar el peligro de generalizar un modelo de negocios que ha colapsado y cuyos ejecutivos hacen sus últimos intentos por perpetuar unas prácticas ineficientes.
En ese sentido, la propuesta consistiría en establecer un modelo de enseñanza basado en el emprendimiento, donde las prácticas del “music business” sirvan para el análisis y evaluación pero no para su reproducción, y por supuesto, para evitar ser una víctima más de los intermediarios y su alto costo de “peaje”. Después de todo, sabemos que las mentiras pueden convertirse en verdades de tanto repetirlas o institucionalizarlas. El enfoque debe ser desarrollar modelos de negocios alternativos mediante la investigación, diseño y ejecución, ciertamente un esfuerzo mucho más productivo que los famosos internados que consisten en llevarle café a los sobrevalorados “A&R’s”. A parte de la educación general en las ciencias administrativas, debe incorporarse la enseñanza de la naturaleza y características particulares de las industrias culturales, así como modelos de negocios en otras industrias que puedan aplicarse. Estos modelos de negocios deben procurar innovaciones en todas las áreas relacionadas a la industria de la música, incluyen los aspectos legales, financieros, operacionales, organizacionales y de mercadeo. De igual forma, es vital estudiar casos exitosos, como podrían ser el de Creative Commons en cuestión legal y el de “La Escena Punk” en las prácticas de mercadeo.
Deberíamos esperar, en algún momento, el colapso casi definitivo de las multinacionales de la industria para abrir paso a una industria cubierta por pequeñas y medianas empresas y proyectos de autogestión colectiva, pero para garantizar su éxito, es vital una formación, competitividad y entendimiento de los modelos de negocios aplicables.