Petróleo puertorriqueño
/Por Brenda Hopkins Miranda / La autora es pianista, compositora y educadora. Publicado originalmente en El Nuevo Dia - 11 de junio de 2010
http://www.elnuevodia.com/petroleopuertorriqueno-737763.html
Donde no hay visión, no hay esperanza.
George Washington
S í, sí, sí, Puerto Rico tiene también su petróleo, pero no de los que provocan guerras, se derraman, contaminan y asesinan. Hablo de que tenemos suficiente combustible como para llegar lejos, aunque los que siguen pensando en blanco y negro -mientras el resto del planeta ya tiene televisores 3D- no se hayan enterado, esos que continúan gastando en costosos anuncios que nos venden como “sol y playa”, esos que no se acaban de enterar de que hace tiempo que las definiciones de economía y turismo cambiaron radicalmente.
Ciertamente, la prosperidad económica es un asunto que nos concierne a todos. Por ello debemos preguntarnos: ¿Qué tiene Puerto Rico que ofrecer que no existe en otro lugar? ¿Qué nos hace únicos? ¿Qué nos distingue? El petróleo puertorriqueño son precisamente los puertorriqueños. No podremos competir con oro o diamantes pero sí con personas. Es el recurso humano, sobre todo en el arte, la mayor riqueza que posee nuestro país, un recurso ilimitado e inagotable capaz de potenciar nuestra economía.
Supongo que habrá que hablarle al que no quiere escuchar en su idioma, a esos a quienes tan poco les importa la calidad humana que brinda la experiencia del arte, ya sea para el que lo produce como para el que lo recibe. Por lo menos yo no he visto que asalten o agredan a alguien con guitarra o pincel en mano. Hablemos pues del señor dinero.
Que se haga el estudio, que saquen la calculadora y se sumen los dólares hasta contar cuánto dinero mueven en o hacia Puerto Rico por ejemplo los cuadros de Martorell, los discos y conciertos de El Gran Combo, los libros de Mayra Santos, el día nacional de la salsa y hasta la ropa y el perfume de Daddy Yankee.
Que entrevisten también a los turistas a ver si nos enteramos de la razón de su visita. Estoy segura que descubriremos que muchos vienen impulsados por la curiosidad despertada por artistas musicales que viajan el mundo como Ricky Martin, Olga Tañón, Gilberto Santa Rosa, José Feliciano, Giovanni Hidalgo, David Sánchez o Eddie Gómez, las aclamadas actuaciones de Benicio del Toro, Raúl Juliá o Rita Moreno, los poemas de Julia de Burgos, o porque quieren bailar salsa en la cuna de las mejores orquestas del género, o comerse un rico mofongo, etc. (la lista sería demasiado larga para incluirlos a todos).
¡Última hora! El turismo cultural está de moda. El turista moderno manifiesta un deseo de conocer y comprender las actividades, manifestaciones artísticas, culturales y sociales de un lugar. A pesar de esto todavía nuestro turismo se sitúa bajo el concepto “sol y playa”, noción que enfrenta la problemática ambiental latente que gira en torno a las limitaciones de los recursos disponibles, y al uso y abuso que se hace en su explotación. Por años hemos visto el estancamiento de esta industria a pesar de la gran inversión económica que se le ha facilitado para perpetrar estilos de antaño que nada tienen que ver con los tiempos de globalización en los que vivimos.
El arte y la cultura se han establecido como áreas económicas significativas, en especial para países geográficamente pequeños como el nuestro. El arte se ha convertido en la nueva frontera de la economía, un elemento clave en el futuro de las naciones y regiones, un instrumento de desarrollo, motor de crecimiento económico y generador de puestos de trabajo. Afortunadamente para nosotros en el arte podemos sobresalir.
Irónicamente, el arte ha sido la fuerza económica más ignorada por el gobierno, el cual padece de una crasa falta de visión. Si hace tiempo que el mundo se mueve de una “economía industrial” hacia una “economía de la información” o “economía de la creatividad”, ¿no habrá que replantearse muchas de las teorías y enfoques del pensamiento económico? Cabe preguntarse si seremos lo suficientemente conscientes como para responder a estos desafíos o al menos elegir gobernantes que lo sean.
Habrá que prepararle el ‘power point’ al gobierno para que entienda de una vez que el arte desempeña un papel importante en la vida económica, que genera empleos y que paga impuestos.
¿Habrá alguien a quien no le resulte inconcebible que los estudiantes de cuatro puertorriqueño practiquen con instrumentos que dicen “made in China”? No sabría describir la frustración que siento cada vez que visito una tienda de música en otro país y veo secciones enteras dedicadas a la música de Cuba, Brasil, México y otros, mientras que la de Puerto Rico, cuna de tantos ilustres músicos, cantantes, compositores y géneros, brilla por su ausencia o se limita a tres discos. Resulta insólita la cantidad de veces que he presenciado un concierto fuera del País en el que se interpretan las canciones de nuestro Rafael Hernández, para luego escuchar comentarios del público sobre lo fabulosa que es la música cubana. La ironía se acentúa aún más cuando incluso en nuestro propio País existen leyes que establecen que la música de este célebre compositor, así como la de Sylvia Rexach y tantos otros, no es “autóctona” ni “tradicional”.
Es tiempo de que el financiamiento del arte sea percibido como lo que es, una inversión.
Nuestro bienestar económico exige que se promuevan iniciativas con un plan estratégico de producción, mercadeo, promoción, distribución y exportación del arte puertorriqueño, posibilitando su circulación masiva a nivel internacional. Ya es hora de que nuestros gobiernos reconozcan que el petróleo puertorriqueño son nuestros artistas y que este es un recurso económico sustancial, susceptible de ser aprovechado y transformado en un elemento de progreso con un potencial digno de tomarse en consideración.
Es una realidad indiscutible que el arte puertorriqueño tiene un nivel de calidad que puede competir con el que se produce en cualquier lugar del planeta. Dicen por ahí que para muestra un botón. Recientemente vimos al joven Carlos Aponte y su aplaudida audición en el programa “America’s Got Talent”. Si tan lejos han llegado los artistas puertorriqueños sin apoyo, imagínense lo que lograrían si lo tuvieran.