Emprendimiento cultural: La experiencia de Colombia

e0dc5efa770b90946a37d4927f793818_L.jpg

Publicado originalmente en Diálogo Digital

Puerto Rico tiene una gran necesidad de insertarse en los procesos de crecimiento y desarrollo desde una óptica muy distinta al panorama actual. Para ello, es necesario analizar otras experiencias que nos obligan a mirar al sur. En momentos en que nos planteamos discutir el tema de la cultura con la importancia y profundidad que requiere, es preciso nutrirnos de las experiencias y procesos en otros países, preferiblemente de nuestro entorno cultural inmediato: Latinoamérica.
En ese contexto, Colombia es uno de los países que se presenta como referente de acción sobre el trabajo cultural. Ciertamente, su tamaño y marcada diversidad cultural han requerido atención directa sobre este tema.

Mi reciente visita en el marco de la Conferencia Internacional sobre Administración de las Artes y la Cultura (AIMAC 2013) me permitió un acercamiento a los procesos de gestión de la cultura desde varios ámbitos. Por un lado está el ente público, con sus distintos niveles, pero también el rol de la Academia, las instituciones y proyectos privados, los emprendedores, los gremios sectoriales y el trabajo comunitario.

Sería muy pretencioso intentar recoger todas esas experiencias en este texto, por lo cual nos orientaremos a los procesos vinculados al desarrollo del emprendimiento de industrias culturales, una dimensión de la cultura que cada día cobra mayor importancia y sobre la cual necesitamos mirar las lecciones aprendidas.

LA LEY GENERAL DE CULTURA

Colombia tuvo un Instituto Colombiano de Cultura hasta el año 1997, cuando se aprobó la Ley General de Cultura, la cual creó el Ministerio de Cultura. Al igual que muchos otros países de la región, estos procesos podrían haber estado influenciados por los resultados de la Convención de la UNESCO en México en 1982, donde, entre otras cosas, se redefinió la noción de cultura más allá de las artes para incluir los modos de vida, derechos humanos, valores, tradiciones y creencias. Esto de alguna forma suponía una institucionalidad con el rango y los recursos para cumplir con este importante rol.

Uno de los grandes retos de una ley de cultura es lograr trascender el rol del Ministerio de Cultura. Por esta razón, la institucionalidad cultural pública facilita el proceso de un Plan Nacional de Cultura. Este proceso entrelaza la cultura con múltiples áreas y permite una participación ciudadana que delimite el campo de acción más allá del Estado.

Interesantemente, este proceso de planeación también se lleva a cabo en el plano municipal, como es el caso del Plan Decenal de Cultura de Cali que actualmente se discute. Como es de esperarse, otro de los objetivos de estos planes es trascender el elemento político en la administración y gestión de la actividad cultural

En materia de industrias culturales y creativas, Colombia fue uno de los primeros países en Latinoamérica en trabajar este enfoque desde lo público, y en estos momentos cuenta con el Grupo de Emprendimiento Cultural como un proyecto importante en esa dirección. Esta división contribuye al desarrollo y fortalecimiento de redes entre emprendedores culturales, viabiliza alternativas de financiamiento a tono con las características del sector, facilita la investigación necesaria para entender el desempeño de las industrias culturales, establece vínculos con otros sectores de gobierno y ofrece formación profesional para el emprendimiento.

De manera muy innovadora, el tema del emprendimiento cultural no solamente se trabaja con un enfoque puramente económico, sino que se vincula directamente con el desarrollo comunitario. Un ejemplo de esto son los Laboratorios Sociales de Cultura y Emprendimiento (LASO), encargados de crear centros de producción cultural en distintas comunidades, incluyendo aquellas de alto riesgo.

EL ECOSISTEMA CULTURAL DE CALI

El caso de Cali permite una mejor aproximación a cualquier comparación con el caso de Puerto Rico. A pesar que existe el modelo de Secretarías a nivel de los Departamentos, en el caso de las ciudades grandes también existe un organismo a nivel local. La Secretaría de Cultura y Turismo de Cali maneja áreas como Fomento, Industrias Culturales, Red de Bibliotecas, Poblaciones, etc.

El área de Industrias Culturales es la responsable de producir algunos de los principales eventos culturales de la región, algo que representa un contraste con el rol que asumen estas instituciones en el caso de Puerto Rico. Además de la programación cultural, la Secretaría asume un rol importante en la formación mediante diálogos y recursos para los emprendedores.

Sin embargo, más allá de los roles de la Secretaría, se puede observar un ecosistema de producción cultural bastante fuerte y coherente, probablemente gracias a un proyecto como Industrias Culturales de Cali (PRIC) que ha servido como agente catalizador del desarrollo de una economía cultural en toda la región. El PRIC es un proyecto piloto financiado en gran parte por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con ese mismo propósito. Se encarga de fortalecer la formación de los emprendedores y gestores, ofrece múltiples herramientas de apoyo, gestiona proyectos, fortalece los vínculos y de alguna forma organiza muchas de las iniciativas relacionadas. Sin la presencia de este proyecto, sería evidente la desorganización de las iniciativas y por lo tanto su inefectividad.

Otro de los componentes de ese ecosistema es el rol de las universidades en el emprendimiento cultural. Instituciones como la Universidad ICESI se han involucrado de lleno en la gestión cultural apoyando con la investigación académica y en los procesos de formación. En alianza con el PRIC, han desarrollado investigación sobre el impacto económico de las industrias culturales, el nivel de aglomeración y las dinámicas económicas de los distintos sectores.

Precisamente en estos días, el PRIC anunciaba la creación del ecosistema de emprendimiento, un programa de formación en el cual participaban las principales universidades de la región. Proyectos como estos plantean la necesidad de la cooperación por encima de la competencia, sobre todo en materia educativa.

UNA MIRADA A LOS SECTORES

Cali es una ciudad con una gran riqueza cultural. Su ubicación le permite ser un puente entre distintas zonas que enriquecen su diversidad cultural. Por supuesto, la música es uno de los sectores de mayor riqueza, sobre todo cuando hablamos de la música del Pacífico. Festivales como el Petronio Alvarez, el Mundial de la Salsa y proyectos como “Cali Suena en Vivo” delimitan una amplia oferta musical en todos los niveles. De igual forma, proyectos de autogestión como “Amalgama Cultural” permiten fortalecer la gestión musical independiente.

Este último, consiste en un espacio alternativo de conciertos acústicos de artistas diversos. Se trata de una especie de oferta cultural “boutique” bajo un modelo de residencias. Y es que, literalmente, se trata de una residencia.
 El cine es otro ejemplo de esas alianzas y del trabajo colaborativo. El Cluster Audiovisual es un proyecto que está bajo la Cámara de Comercio de Cali. Por lo general este tipo de asociación tiene un rol importante en el desarrollo de industrias culturales que, en el caso de Puerto Rico, aún no hemos visto. Por muchos años Cali ha sido la ciudad de mayor aglomeración en producción de cine.

A pesar de ese reconocimiento, ha sido necesario diseñar estrategias como el Cluster para mantener la competitividad y evitar la migración de recursos hacia otras ciudades. Nuevamente, la colaboración entre distintos componentes del ecosistema ha sido fundamental para mantener ese desarrollo. Mirando el sector de cine y los incentivos, nos topamos con una gran diferencia con el caso de Puerto Rico. Una industria cinematográfica bajo el campo de acción del Ministerio de Cultura permite que el análisis económico no sea la única motivación detrás de los incentivos.

Por el contrario, la divulgación y acceso al material audiovisual local es parte del fortalecimiento de las identidades locales y los derechos culturales. Sin embargo, desde el punto de vista económico, también se trata de formar públicos que se conviertan a su vez en una demanda que fortalezca la economía cultural. Por lo tanto, cuando hablamos de proyectos de creación audiovisual en las comunidades marginadas y de alto riesgo, hablamos de una intervención de naturaleza económica, social y cultural.

Un ejemplo con el que tuve contacto directo es el Centro de Emprendimiento Cultural de la Comuna 13. Se trata de uno de los proyectos LASO que mencionamos anteriormente. En este caso, el centro de producción cultural consiste en un proyecto de un estudio de grabación donde los jóvenes del barrio reciben formación profesional en la grabación de audio. El proyecto reúne a distintos componentes de la sociedad civil, con un rol protagónico del proyecto de gestión musical Titanio, quien ha producido varios festivales y producciones discográficas de música urbana.

COMENTARIOS FINALES

La experiencia de Colombia permite establecer algunas premisas básicas sobre el desarrollo de una política y gestión cultural en Puerto Rico. Por un lado, es necesario superar el problema de la fragmentación en las instituciones públicas a fin de implementar un política cultural coherente. Sin embargo, esa política no puede diseñarse desde las instituciones sino a través de procesos de diálogo abiertos y participativos.

De igual forma, el campo de acción sobre industrias culturales como el cine no puede limitarse al impacto económico, puesto que el enfoque de democratización y acceso permite a su vez formar públicos que contribuyan a su desarrollo. Finalmente, fortalecer un ecosistema de emprendimiento e industrias culturales requiere un enfoque holístico, donde participen la academia, el gobierno, el sector cultural y las iniciativas de apoyo. Se trata de desarrollar iniciativas donde abunde la cooperación, interacción y complemento entre los distintos sectores.


El autor es estudiante doctoral.